Esperar en Dios tiene sus recompensas

Esperar es difícil y dudo que alguien pueda contradecirme. En este camino de vuelta a la Cruz me he dado cuenta cómo la vida te va llevando (o te dejas llevar) a tomar decisiones precipitadas, basadas en un conocimiento general, en la «vibra», en el consejo de los demás, en la experiencia propia o ajena. […]

Leer más Esperar en Dios tiene sus recompensas

Para ver hay que dejarse cegar

En estos tiempos, el mundo está inmerso en una idea donde «hay que ver para creer». Todo aquello que no se pueda sentir, que no se pueda tocar o que materialmente esté frente a nosotros parece no tener ninguna validez. En esta búsqueda de lo tangible, desperdiciamos nuestro tiempo con los placeres que ofrece este […]

Leer más Para ver hay que dejarse cegar

¿Qué hacer cuando el frío ocupa nuestro corazón?

http://www.youtube.com/watch?v=NO7Xy4R8vJ0&feature=fvst

En esta búsqueda de vuelta a la Cruz, me he enfrentado a muchos desafíos. Conforme me adentro más en mi relación con Jesús, la dificultad para dar algunos pasos se hace más grande.

Uno pensaría que debe ser más fácil porque tenemos las «ganas» de buscarlo y estar cerca de Él. Sin embargo, lo que a veces no alcanzamos a ver es que las capas de hielo que se formaron alrededor de nuestro corazón no sólo lo enfríaron, sino que lo dejaron débil y moribundo.

De pronto llega la Luz, llega Jesús con ese calor que abraza, que enciende y comienza a derretir ese hielo. Pero no es tan fácil, el corazón se debe poner en forma antes de comenzar a dar más pasos, de otro modo el dolor sería insoportable y no podríamos hacer un esfuerzo mayor o nuestro corazón explotaría.

Y justo en ese momento, donde el corazón empieza a descubrirse, donde el calor de Jesús comienza a sentirse en el corazón, se abalanza la necesidad de correr lejos del mundo…pero, cómo podríamos correr si el corazón no está en condiciones.

Entonces nos quedamos inmóviles, dejamos que el pecado vuelva a atraparnos, volvemos a entrar en este estado de congelación, donde de nuevo, el calor no se siente más.

Y es evidente este brinco entre las sonrisas que desatan sentir a Jesús y la tristeza que provoca el pecado, sabiendo que hemos defraudado a Dios.

Esto puede parar en ese momento, humillándonos ante la Cruz y reconociendo que no hay nadie más que pueda cambiar nuestro corazón y regresarle su vigor más que Jesús, o bien, podemos seguir esta avalancha de pecado, volviendo a la vida antigua, al viejo hombre, al que podría vivir en los casquetes polares, atado a su pecado.

Me parece que la respuesta es clara, no podemos dejar que la ventisca apague el fuego que Jesús depositó en nosotros. Debemos luchar, debemos, si acaso fuera necesario, refugiarnos bajo las alas del Omnipotente hasta que la tormenta pase de largo.

Entonces, el sol se abrirá y dejará pasar los rayos que calienten nuestro corazón. Entonces tendremos que orar, ayunar, leer su Palabra, asistir a su Casa y concentranos en esa trascendencia que sólo alcanzaremos reconociendo a Jesús en nuestros corazones.

Cuando menos nos demos cuenta, estaremos vigorosos, fuertes, en condiciones óptimas para seguir la carrera con la vista puesta en Jesús, el Autor y Consumador de la Fe.

Para volver a la Cruz debemos reconocer que no estamos listos pero que debemos dejar que Jesús tome nuestra vida y la llene de ese fuego que prometió a todo aquel que le buscara con su corazón.

No dejemos que el frío se apodere de nosotros, reconozcamos a Jesús, aceptemos su cuidado y entrenemos para alcanzar la Victoria en Cristo.

Leer más ¿Qué hacer cuando el frío ocupa nuestro corazón?

Con algunos años más y alguna herida…aquí estamos.

http://www.youtube.com/watch?v=gNfAdx-VuvI

Debo confesar que empecé este blog con mucho ahínco, sin embargo, mi ausencia durante la última semana se debe a que en la lucha he salido lastimado. Debo confesar que no me es nada fácil, que de repente me siento fuerte y decidido, pero una sola cosa me hace sentirme derrotado.

Me cuesta aceptar que no tengo pretexto porque no soy nuevo en esto, conozco bien a Jesús, sé lo que pide, sé que no es rencoroso y sólo me quiere a su lado…y eso lo hace aún más difícil. La vergüenza se me agolpa, me invita a esconderme como lo hizo Adán pero la misericordia de Dios es mucho más grande y por ello le alabo.

Ha sido difícil también el estar (o al menos sentirme) solo en esta lucha. Esos amigos de batalla que solían estar a mi lado han seguido su camino, como yo lo hice también. Me he rodeado de personas que no buscan a Dios, es más, me atrevería a decir que no lo conocen (de conocerlo lo amarían), pero extraño a aquellos compañeros de milicia.

Y hoy escribo porque aquellos amigos especiales, a pesar de estar lejos de mí, están cerca de Jesús y estoy seguro que Él se preocupa tanto por mí que los manda a leer mis posts en Facebook. Porque en este sentimiento que me atrapa, sus palabras fluyeron como miel para mi corazón, resultaron un alivio maravilloso para mi alma.

Ahora sé que la lucha la peleo con otros, que como yo, también siguen el camino. Hoy estoy adolorido, con algunos raspones, con cicatrices profundas, pero estoy seguro que el cuerpo herido de Cristo sanará todo en mi corazón.

No puedo hacer otra cosa más que alabar a Dios y reconocer, que a pesar de mi maldad, de mis excusas, de mi «salida fácil» no está dispuesto a rendirse por mí, por la oveja 1 de 99.

Y eso conmueve mi corazón, me invita a seguir, a pelear, a buscar las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra del Padre.

Para volver a la Cruz es necesario reconocer que todo sucede por la Gracia infinita de nuestro amigo Jesús, manifestada desde antes de la fundación del mundo y confirmada en su inefable sacrificio en el Calvario.

Hoy lucharé de nuevo, hoy levantaré mis manos cansadas y buscaré el camino de vuelta a la Cruz.

Leer más Con algunos años más y alguna herida…aquí estamos.