sobre ser cristiano

Para muchos, ser cristiano parece el resultado de haber negado la racionalidad y abandonarse a la opción más fácil, ¡claro, que Dios lo arregle! – dicen en tono burlón.

Pero ser cristiano es difícil.

Y lo es porque vivir ante un estándar imposible te pone en una situación vulnerable, te puede hacer sentir débil e indefenso.

Imagina por un lado saber que no tienes control de tu vida, que tus decisiones finalmente están determinadas por una fuerza superior, pero al mismo tiempo, la exigencia es que vivas eso con gozo.

Imagina pensar que los demás son más importantes que tú, que debes poner la otra mejilla y regalar tus cosas.

Imagina que debes dudar de tus mejores intenciones porque hay una oscuridad en tu corazón que solo puede ser vencida por una Luz que no puedes obtener por tu cuenta.

Imagina vivir con la idea de que el sufrimiento es un regalo y que en medio de él debes cantar en gratitud.

Imagina que debes perdonar a los que te ofenden y te lastiman con heridas tan profundas que no puedes olvidar, incluso aunque nunca te pidan una disculpa.

Imagina estar dispuesto a negarte a ti mismo, y ceder tus impulsos, sueños y deseos a alguien más.

Imagina estar sujeto a preceptos que parecen tan anticuados y estar dispuesto a ser rechazado por lo mismo.

Imagina ahora que no puedes hacer nada de estas cosas por ti mismo y que no hacerlas merece un castigo incomparable.

Entonces ser cristiano es imposible, y no serlo parece injusto.

Sin embargo, los cristianos verdaderos existen y la razón es simple pero sublime: Un cristiano no es sólo un seguidor, sino que Dios mismo viene a habitar en su interior, de tal manera que cambia por completo su naturaleza. 

No, no hay ningún mérito en esta persona, ni siquiera en su nueva obediencia, es la misma presencia de Dios que lo lleva a hacer las cosas que se espera que haga. Incluso cuando su verdadera naturaleza lo traiciona y deja de vivir como lo hace un cristiano, la misma vida de Su Maestro se convierte en Su justicia, Jesús mismo toma su lugar.

Ser cristiano no es algo que decides ser; la única forma de serlo es si Jesús te llama. Y si te llama, siempre serás un cristiano. 

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