Jugar a las escondidillas con Dios

Imagen

Qué tiempos aquellos donde uno bajaba al jardín o se iba al parque con el simple propósito de encontrar la diversión en un maravilloso juego. No sé si se acuerden (supongo que sí) el juego de las escondidillas, donde nadie quería ser el que contara para encontrar a los otros.

Así transcurrían 30 segundos o 1 minuto (porque no sabíamos contar más) en lo que todos encontrábamos nuestro escondite…ya fuera atrás de una puerta, abajo de un árbol, entre lo autos, tan solo para lograr correr como desesperado y decir las palabras mágicas «1, 2, 3 por mí y por todos mis amigos». Esa frase era el alivio para todos aquellos que eran salvados y la pérdida para el que tenía que contar otra vez.

Muchas veces, ese es el juego que queremos tener con Dios.

La búsqueda comenzó desde que lo conocimos y siempre nos iba a buscar a la puerta de nuestra casa. Tal vez muchos de nosotros aceptábamos su invitación pero obviamente siempre queríamos que Él fuera el que buscara.

Sin ningún contratiempo, Él aceptaba buscarnos y nosotros corríamos a escondernos, ya no debajo de un árbol o detrás de una puerta, sino debajo de nuestra vergüenza o detrás del pecado, la mentira, la amargura. Día tras día, Jesús nos buscaba y tengo por seguro que sabía perfectamente dónde nos escondíamos, pero nos daba chance para que no perdiéramos.

Y cuando acaso corríamos y Él nos veía, no le quedaba más remedio que sonreír y decir: «1,2,3 por todos mis amigos». Esa es la forma en la que Jesús, en la Cruz del Calvario, decidió darnos la Gracia maravillosa de encontarnos y que Él tomara nuestro lugar a pesar de que merecíamos perderlo todo.

A veces no puedo creer lo maravilloso e increíble del Amor de Dios, que se toma su tiempo de buscarnos, de encontarnos, de darnos nuestro espacio y a pesar de que queremos escondernos y hacer trampa, Él nos muestra su Amor inmensurable invitándonos todos los días a ser buscados.

Si ya te has encontrado con Jesús, es momento de unirte a la búsqueda de más y más almas para ser transformadas por su Poder. Esa es nuestra misión.

Para regresar a la Cruz, es necesario dejarnos encontrar por Jesús.

Isaías 53:6  Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

1a de Pedro 2:25 Porque vosotros érais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

 

 

Deja un comentario