La Gracia de Dios es para TODOS los hombres!

Quisiera compartirles algo maravilloso. En este viaje de vuelta a la Cruz y después de 7 años de malgastar lo que Dios me ha regalado, tuve la bendición de compartir la palabra de Dios en la Iglesia a la que asisto desde hace más de un año.
Sobra decir que, sin duda, este hecho es sólo gracias a la misericordia de Dios, cuando labios tan sucios y oxidados pueden hablar su Palabra. Doy la honra a Dios por esta gran oportunidad y por poner en el corazón de sus siervos invitarme a hacerlo.

Está claro ahora, que Dios no sólo me ha sujetado por estos 7 años de rebeldía, sino que hoy me jala para servirlo. Eso haré.

Y como Dios seguramente quería darme una lección (una buena, obvio), me tocaron unos versículos de la Biblia muy complicados a mi parecer. Pero gracias a Él, yo no tengo que hacer demasiado más que disponer mi corazón.
Ahora copiaré lo que Dios puso en mi corazón compartir, es un poco largo, pero todos quienes hemos comprendido nuestra responsabilidad como cristianos respecto a compartir sobre la Gracia Salvadora de Jesús, deberíamos tomarnos el tiempo de leerlo.

Tito 2:11-15

11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,

12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,

13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.

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INTRODUCCIÓN.

Sabemos que lo que leemos es una carta. Sin embargo, imagino que si ésta fuera una conversación, entre Pablo y Tito, pasaría algo como esto. “Oye Pablo, estás en lo correcto en todo lo que me indicas, pero no sé qué tanta gente así pueda encontrar en Creta, no sé si te acuerdas pero son necios y glotones. Pablo le respondería, tienes que hacerlo.  Oye Pablo, pero ¿por qué?. Y he aquí la respuesta.

11. Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.

“Porque” – implica una respuesta que precede a todo lo que hemos leído. Queda claro que el Apóstol Pablo dejó instrucciones claras a Tito, de una forma positiva, sobre “el deber ser” para los cretenses a sabiendas que eran glotones y necios.

El Apóstol quiere mostrar que a pesar de todo ello, Dios manifestó su Gracia para todos los hombres, sin excepción alguna. Era necesario enseñar todo esto, como diciendo, entrega y muestra todas estas instrucciones para que entonces, entendamos lo siguiente. Es decir, no importa quiénes sean estos cretenses, vale la pena que vayas y les digas todo esto…

12. Enseñándonos que…

En la Escritura original, la palabra “enseñar” está relacionada a la forma en la que se le enseña a un niño pequeño, con ternura, paciencia, con palabras simples pero reales.

 …renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos…

Después de que Dios nos enseña tan delicadamente, como a niños, nos exige ACCIÓN. A veces tomamos la Gracia como un pretexto para pecar o tolerar el pecado, podemos llegar a pensar que al final, siempre podemos arrepentirnos. Sin embargo, aunque la Gracia es un regalo inmerecido, no elimina la responsabilidad de obedecer las palabras de Jesús cuando dijo “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”.

Así que este punto es muy claro, partimos de la Gracia, somos enseñados cual niños por nuestro Padre Celestial, para que, tomemos las decisión de abandonar todo lo que nos aparta de la Gloria de Dios, para que nos despojemos totalmente de la vida del viejo hombre. Por una parte, la impiedad, que en el antiguo Imperio romano, representaba ofender todas las leyes, ya sean civiles o religiosas. Por otra parte, los deseos mundanos, que son todos esos llamados de nuestro viejo hombre, la voz de nuestro pasado, la cosquillita para volver a ser lo que solíamos ser antes de conocer a Jesucristo.

…vivamos en este siglo, sobria, justa y piadosamente…

Acabamos de hablar de la Acción voluntaria que debemos mostrar en agradecimiento y fidelidad ante la Gracia salvadora de Jesús. Pero sería contradictorio decir que todo este comportamiento es para guardarse dentro de nosotros solamente. Y la Palabra de Dios es clara cuando dice que “estamos en el mundo, pero no somos del mundo”. Por supuesto que eso podría fácilmente malinterpretarse y a veces sin querer lo hacemos, nos alejamos “tanto del pecado” y del mundo, que parece que viviéramos en mundos separados, pareciera que no quisiéramos vivir aquí.

Este comportamiento sin duda no es lo que se espera de nosotros, tenemos que vivir aquí para reflejar al mundo la Gracia de Jesucristo y no hay forma de mostrarla mejor que vivir así, sobria, justa y piadosamente. Sobriamente en nuestra vida, con justicia para todos los hombres y mostrando piedad hacia Dios.

13. …aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo…

Y después de que entendemos la forma en la que debemos vivir, el Apóstol Pablo deja claro el plazo forzoso para vivir de esta manera y la manera en que debemos esperar.

Un ejemplo común y un poco burdo es lo que vivimos todos los días, en esta ciudad todo se trata de esperar, sea en el banco, en la clínica, en la escuela, la fila de las tortillas. Y la verdad, no es que esperemos con la mejor actitud.

Pero ¿cómo comparar una espera tan básica, por más larga que sea, con esta gran esperanza, con la promesa maravillosa que todo, absolutamente todo, valdrá la pena cuando miremos a nuestro Salvador?

14. …quién se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad…

Con la promesa de su regreso, está la razón por la cual nuestra vida tiene sentido.

El sacrificio del justo por los injustos, el que no cometió pecado por todos los pecadores, el que tomó el lugar de todos los impíos para darnos una oportunidad de ser hechos Hijos de Dios, de reconciliarnos con el Padre, de hacernos aceptos delante de su presencia. En este hecho maravilloso se fundamenta todo lo que creemos, todo lo que somos, por todo lo que vivimos. Y siempre que pienso en que lo que Dios pide es demasiado, recuerdo su Palabra en Filipenses 2:5 y 6 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. Con este mismo sentir es que nosotros podemos ser libres, Él pagó en la Cruz.

…y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

Con su sacrificio, nos purificó, nos hizo aceptos delante de su Padre. Nos hizo parte de su Pueblo, nos eligió para ser injertados en Él, como parte de su familia, como hijos, como hermanos. Y la Palabra de Dios vuelve a ser clara en un asunto, somos incluidos como Pueblo de Dios, y no lo hace por nosotros siquiera, es un pueblo purificado para sí mismo. “Porque de Él, y por Él y para Él son todas las cosas”.

Y como Pueblo purificado y elegido por y para Dios, no debemos sólo “desear” sino ser celosos, vigilar, cuidar, procurar y obedecer las buenas obras, entendiendo esto como lo dice la Biblia en Filipenses 4:8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

Si a veces nos molesta lo que pasa en nuestra ciudad, los plantones, los crímenes, que se lleven lo que con tanto trabajo hemos conseguido. Si somos celosos de nuestras pertenencias, de nuestras familias y amigos, debemos serlo aún más por las buenas obras. Nos debe molestar y ofender cuando algo no es conforme a la Palabra  de Dios y tenemos que actuar en consecuencia.

15. “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad.”

El Apóstol Pablo deja esta instrucción para Tito que no deja lugar a dudas sobre su carácter y el carácter que espera que tenga Tito. Primero le indica que “hable”, en una conversación, así tranquilita como la que a veces tenemos con nuestros compañeros o con algunos familiares. Después el tono sube y le pide que “exhorte” que se traduce como “inducir con palabras, razones y ruegos a alguien para que haga o deje de hacer algo”. Por si esto no fuera suficiente y sabiendo que la gente de Creta y del mundo que estaba por venir, le indica finalmente que reprenda con toda autoridad, es decir, en expresar severamente la desaprobación sobre lo que alguien ha hecho. Y la autoridad no proviene simplemente de la persona de Pablo, proviene de Dios, quién con la Gran Comisión, le dio potestad a sus discípulos de hablar en su Nombre y no hay persona alguna que se resista a su Autoridad.

Nadie te menosprecie.

Para terminar y conociendo la juventud de Tito, que a diferencia de Timoteo, no era judío sino gentil, sabía que sería presa fácil de aquellos que quisieran negar el testimonio de Cristo y su sacrificio en la Cruz. Por eso le indica, imperativamente, que no deje que esa o cualquier otro argumento sea razón para que alguien lo haga menos o acalle su voz.

Sin duda Tito tenía una tarea difícil, muchísimas indicaciones, grandes obstáculos. Sin embargo, Pablo, con la autoridad conferida por el mismo Jesucristo, le dice que no hay nada que nadie pueda hacer para menospreciarlo.

Y ¿cómo menospreciar aquello que, sin ser nada, llego a serlo todo por el sacrificio maravilloso de Jesús?

APLICACIÓN.

Hermanos, durante este estudio, hemos aprendido sobre los cretenses, sobre su carácter pero sobre todo, hemos entendido que hay cierta características, rasgos de personalidad sobre los que Tito debía hablar, exhortar y reprender. Pero sería una total falta de visión pensar que este mensaje se quedó en Creta en los primeros siglos. Esto, justamente, es el carácter de todos aquellos que hemos sido lavados y comprados por la Sangre Preciosa de nuestro Salvador. Seamos ancianos, jóvenes, Obispos, siervos, todos tenemos una responsabilidad muy grande de hacer visible la Obra maravillosa de Jesús.

Cuando pensemos que no somos dignos, estamos en lo cierto, pero eso no nos exime de la responsabilidad de tener el carácter de Cristo. Somos ahora parte del Pueblo de Dios, reconciliado con el Padre por medio de la Cruz. Tenemos que vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente hasta que Él venga.

La próxima vez que se presente la oportunidad, habla, exhorta y reprende con toda autoridad sobre Cristo. Nadie, absolutamente nadie puede menospreciarte, porque eres tan valioso que Jesús mismo se entregó a sí mismo por tu vida.

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