CONVERSACIONES CON EL VIEJO HOMBRE IV

Fuimos diseñados para la comunión, para la amistad, para vivir en grupo. Lo vemos en la misma esencia de Dios, en la relación perfecta entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sin embargo, uno de los males más evidentes de este mundo se encuentra en sentirnos solos.

Debemos reconocer que hay veces que tenemos temporadas así… sin importar que existan más de 7 mil millones de personas en el planeta o pertenezcamos a una familia amorosa, aunque ahora seamos parte de una Iglesia y esperemos tener no sólo amigos, sino hermanos, este sentimiento prevalece.

La tragedia de esta vida no es sentirnos así, sino creer que ese debe ser nuestro estado permanente de alguna manera. Esta tentación me ha acompañado toda la vida, a veces por temporadas largas, pero al conversar con mi viejo hombre, he encontrado dónde está el problema y por encima de éste, la solución.

SOBRE LA SOLEDAD

Ah, ya llegaste… nunca pensé decir esto, pero me gusta estar acompañado, aunque se trate de ti. Te pido por un minuto que me escuches y después puedes soltar todas las acusaciones y consejos que quieras para intentar convencerme de que vuelva a ser tú.

Me conoces mejor que nadie, sabes lo susceptible que soy ante lo que yo considero “falta de amigos” y el profundo dolor que me causa.También sabes que hay cosas muy escondidas en mi corazón que hacen que me atemorice profundizar en las relaciones personales, pero más que todo, tú has llorado por esta misma causa; es como si no existiera una distinción entre tú y yo, al menos en este asunto. Tú estuviste ahí las muchas veces que borré contactos del teléfono o que di unfollow en las redes sociales, tú has presenciado mi angustia por no recibir respuesta a un mensaje en el que abría mi corazón… en cierto modo, y es algo patético, casi podría decir que eres mi amigo.

Ahora, aunque sé que en estos momentos no eres el mejor consejero, porque además puedes aprovecharte de mi sentimentalismo, me gustaría hacerte una pregunta, desde tu perspectiva: ¿crees que haya personas destinadas a estar solas?

Ok, entiendo. Lo que estás diciendo es que estoy buscando en el lugar equivocado, que no debí renunciar a mis amigos cuando era tú porque eran más sinceros que los amigos que tengo ahora. ¿Sabes? Lo he pensado mucho y yo no los alejé, el sólo hecho de ser un nuevo hombre por gracia de Dios los apartó de mí naturalmente. Es doloroso, sin duda, pero es el costo de seguir a Cristo.

Espera, no estoy evadiendo el segundo punto que mencionas. Me reclamas que antes tenías mejores amigos que los que tengo ahora, y eso que según tú, deberían ser mucho más profundos por lo que nos une. En eso estoy de acuerdo, y todavía me cuesta lidiar con esa situación. Sin embargo, creo firmemente en algo y es que, aunque nuestra naturaleza ha cambiado, la Iglesia no está llena de personas perfectas que resultan ser los mejores amigos de tu vida, se trata de personas que igual que yo, luchan por mantener su mirada en el mejor amigo que puede existir: Jesús… y a veces fallamos en eso.

Sé hacia dónde vas, sé que vas a cuestionarme el beneficio que hay en ser un nuevo hombre y pertenecer a una nueva familia. Tu problema es ese, el egoísmo, el pensar en lo que vas a sacar de esto. La Palabra dice que “aquel que quiere tener amigos, ha de mostrarse amigo”; Jesús mismo enfatizó que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; Pablo enunció, inspirado por el Espíritu Santo que, “estimemos a todos los demás como superiores a nosotros mismos”. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero creo que me ayudaste a dar en el clavo, querido viejo hombre, mi problema está en pensar que la gente debe ser un buen amigo, cuando yo debo empezar siendo un buen amigo.

No tengo una respuesta para eso porque desconozco el futuro, pero sé que Dios lo conoce. No sé si voy a tener los amigos que he anhelado la vida entera, no sé si en algún momento dejaré de tener estas crisis donde quiero olvidarme de todos y sentirme ajeno e inadaptado, pero algo sí sé, y es que mi nueva naturaleza, escrita directo en el corazón por la mano de Dios, me ayudará a vivir con un solo propósito, ser como mi Señor cuando dijo “No hay mayor amor que este, que uno dé la vida por sus amigos”. Oh Dios, qué estándar tan alto, pero vale la pena, servir y no esperar ser servido, escuchar y no esperar ser escuchado, escribir un mensaje y no esperar una respuesta.

De nuevo, quieres torcer la verdad con tal de satisfacer tus propios deseos, pero no es que sea un súper hombre, no es que pueda hacerlo a voluntad, ni siquiera se trata de mí, pero en algo puedo descansar y es en la promesa que Jesús hizo “Busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás les será añadido”… sí, incluyendo los amigos.

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